Atención: en los próximos días Daniel Scioli, excandidato a presidente y exgobernador de la provincia de Buenos Aires, va a terminar de tomar conciencia de que puede terminar como el exsuperministro de Néstor y Cristina, Julio De Vido.
Se trata de la dinámica propia de la megainvestigación que se inició por una denuncia de la diputada Elisa Carrió y que encabeza el fiscal Álvaro Garganta y tramita la jueza Marcela Garmendia, en la provincia de Buenos Aires. Garganta acaba de citar a Scioli a indagatoria, procesar y pedir su desafuero por los delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública. Garganta descubrió que el exgobernador tiene su propio Lázaro Báez. Se llama Ricardo Estanislao Miller. Le dicen el Petiso. Construyó la mayoría de las Unidad de Pronta Atención, reconstruyó la cancha de FutSal de la Ñata, hizo obra pública en el Puerto de La Plata.
Pero, igual que Báez, no era un empresario de la construcción hasta que se hizo amigo de Scioli. Y por cierto, fue una amistad de ida y vuelta. Porque el excandidato a presidente se vio beneficiado por la compra, de parte de Miller, de un terreno aledaño a La Ñata que, según su propia declaración jurada estaba valuado en dos millones de pesos, pero que Scioli le vendió al empresario por casi 4 millones de dólares. Casi el mismo dinero que Miller aprovechó para blanquear cuando la AFIP instauró, precisamente, le ley de blanqueo.
El presidente Mauricio Macri anticipó el domingo que si la jueza ratifica el pedido de desafuero de Garganta, él instruirá al bloque de Cambiemos para que haga lo mismo que hizo con De Vido: quitarle los fueros para que la justicia pueda avanzar.
Hay otras dos causas en pleno proceso de investigación. Y la diversidad de los delitos que se le imputan van desde el enriquecimiento indebido hasta la asociación ilícita. Scioli, hace meses, le pidió clemencia a Macri, en una reunión secreta, en la casa de Franco Macri, en Barrio Parque.