Durante la crecida del Pilcomayo en Santa Victoria, toda la atención estuvo puesta en la evacuación de las personas del lugar, corridas, nerviosismo y la preocupación de salir a tiempo antes de que llegue la furia del río.
Las familias subían a los transportes con lo puesto, lo que tenían a mano, documentos, algún abrigo y también su Pichichus, El sultán o la mascota que tuviese la familia. Pero quien pensaría en los animalitos de la calle, los que no tenían hogar ni familia que los rescatase.
Por suerte un grupo de personas nucleados en una ONG red mascotera, que trabaja a pulmón y mucho compromiso por el amor que los moviliza hacia los seres indefensos, de la raza o especie que fuesen, se trasladaron hasta el lugar donde se produjo el mayor éxodo sin precedentes en nuestro país y en botes, arriesgando incluso su propia seguridad, desarrollaron una tarea que los convierte en héroes y nos invita a imitarlos.
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